Un simple dato que en otro momento hubiera sido irrelevante para los hinchas de River Plate sirve para ejemplificar el presente del conjunto de Núñez: ayer, en el cierre de la fecha 12 del torneo Clausura de la Liga Profesional muchos simpatizantes millonarios estuvieron pendientes del resultado de Platense-Riestra, ya que si los dirigidos por Gustavo Benítez llegaban a imponerse en Vicente López ese triunfo les iba a permitir superar en la tabla anual a los de Marcelo Gallardo, dejándolos, al menos por el momento, afuera de los puestos de clasificación a la Copa Libertadores.
El partido finalmente terminó igualado 1 a 1 y River mantuvo esa posición de privilegio. Así viven el presente los hinchas riverplatenses, mirando resultados ajenos -como el de Riestra, que justamente hace poco logró un histórico triunfo en el Monumental-, ya que el equipo dirigido por el Muñeco está muy lejos de aquel conjunto arrollador de su primer ciclo que inscribió su nombre a fuerza de alegrías en las páginas de gloria millonarias.
Esas gestas convirtieron a Gallardo en estatua -literal-, pero el contraste entre aquel entrenador del bronce y este, de carne y hueso, es cada vez más notorio. Aquel Gallardo, el que arrancó con el buzo de DT riverplatense en 2014, alcanzó logros históricos, como dos Copas Libertadores, una nada menos que derrotando a Boca en la final, disputada en Madrid. Este también está haciendo historia, pero de esa que queda registrada en la estadística negativa.

