Invisible y silencioso, pero capaz de alterar el campo magnético del planeta, así son los huracanes espaciales, según lo ha confirmado la comunidad científica.
Un estudio publicado el pasado mes de julio documentó el primer huracán espacial, fenómeno que ocurrió en el polo norte magnético en 2014.
A diferencia de los huracanes terrestres, que se forman con nubes y lluvias en la atmósfera, los huracanes espaciales son estructuras electromagnéticas compuestas por plasma con partículas cargadas que giran bajo la influencia del campo magnético de la Tierra.
Este fenómeno tiene un centro tranquilo, similar al ojo de un huracán convencional, pero en lugar de precipitaciones, muestran un débil resplandor auroral y plasma desplazándose a alta velocidad.
El primer huracán espacial fue detectado en 2014 mediante imágenes del Programa de Satélites Meteorológicos de Defensa de Estados Unidos (DMSP).
En ese entonces, el patrón espiral estaba centrado sobre el polo norte magnético y presentaba brazos curvados, un núcleo oscuro e iluminado por una aurora inusual.
Magnetómetros instalados en Groenlandia registraron cambios abruptos y localizados en el campo magnético, con variaciones de hasta 400 nanoteslas.
ʺEl huracán espacial se formó durante condiciones muy tranquilas. La actividad solar era bajaʺ, señaló Sheng Lu en declaraciones retomadas por Space.com.
Aunque el estudio no asegura que los huracanes espaciales sean recurrentes, sí plantea la posibilidad de una mayor frecuencia de lo que antes se reconocía, en parte porque suelen pasar inadvertidos.
El aumento de la dependencia de los sistemas de navegación por GPS, comunicaciones satelitales y rutas aéreas polares hace que comprender disturbios de alta latitud como los huracanes espaciales sea fundamental.

