José Fernández se seca el sudor de la cara para ‘bucear’ en un contenedor desbordado de basura en el céntrico bulevar de La Habana. Es un “trabajo” que le ha permitido “sobrevivir” en Cuba.
Fernández le muestra a EFE el interior de una bolsita de plástico con comida que guarda “para luego”. “Aquí estoy… viviendo con lo que se puede”, dice.
Muy cerca de él, una mujer mayor pide dinero en la entrada de un restaurante con platos que ninguno de los dos podría pagar.
Tras cinco años de profunda crisis, la percepción social en el país es que la mendicidad se ha disparado y cobrado factura a personas como José.
No es para menos: cobra 1.674 pesos cubanos (13 dólares, al cambio oficial) de pensión. Para poder comprar un cartón de huevos de 30 unidades necesitaría prácticamente el doble.

