Mientras los misiles cruzan los cielos de Medio Oriente, el mundo contiene la respiración. Irán aseguró este miércoles que sus instalaciones nucleares no han sido dañadas gravemente, pero lanzó una advertencia que encendió las alarmas internacionales: «no puede excluirse el riesgo de una fuga de radiación», afirmó el embajador Ali Bahreini ante la ONU en Ginebra.
Aunque el régimen iraní afirma tener control de la situación, reconoció severos daños en infraestructura civil, como sistemas de agua y energía, en medio de los intensos bombardeos israelíes iniciados el pasado viernes.
El epicentro del temor, Natanz, una planta de enriquecimiento de uranio que podría convertirse en un punto de catástrofe nuclear si la situación escala.
Por otro lado, el líder supremo iraní, Ali Jameneí, lanzó una advertencia directa a Estados Unidos:
“Cualquier intervención militar causará un daño irreparable. No tenemos contemplaciones con Israel.”
En paralelo, Irán intensificó sus ofensivas, utilizando misiles hipersónicos Fattah que, según Teherán, han logrado romper el escudo defensivo de Israel.
El coronel de la Guardia Revolucionaria, Iman Tayik, aseguró que “el cielo de los territorios ocupados está bajo control iraní”.
Desde el viernes, Irán ha lanzado al menos 400 misiles y cientos de drones, según datos oficiales israelíes.
Mientras tanto, Israel bombardeó de nuevo Teherán la madrugada de este miércoles, dejando una explosión masiva al este de la ciudad.
Fuentes independientes elevan la cifra de muertos a más de 585 personas, con más de 1,300 heridos en territorio iraní.
