Todo estaba listo en el tribunal de París el 23 de noviembre para la apertura de este juicio sin precedentes pero uno de los tres acusados, Gilbert Azibert, solicitó un aplazamiento alegando que su salud corría riesgo por la epidemia del coronavirus.
Tras ordenar un examen médico que dictaminó que su estado es “compatible” con su comparecencia, el tribunal rechazó el jueves la demanda, instando al antiguo alto magistrado de 73 años a presentarse “personalmente” a la audiencia el lunes.
“El tribunal adoptó su decisión, que se impone”, dejó en acta el abogado Dominique Allegrini al término de la audiencia, ante la prensa.
La 32ª sala correccional tiene previsto empezar a las 13H30 (12H30 GMT) el examen de este caso inédito. Ningún exjefe de Estado había sido juzgado en Francia por corrupción.
Antes de Nicolas Sarkozy, de 65 años, solo Jacques Chirac fue condenado en 2011 por el caso de empleos ficticios en la alcaldía de París, cuando era alcalde, aunque nunca compareció ante los jueces por razones de salud.
Sarkozy, presidente entre 2007 y 2012, acudió el lunes y jueves. “No tengo la intención de que se me reprochen cosas que nunca cometí”, declaró antes del juicio, descartando que que fuera un “corrupto” y denunciando un “escándalo”.
Retirado de la política desde su derrota en las primarias de la derecha en 2016 aunque sigue manteniendo su influencia en el partido conservador Los Republicanos, Nicolas Sarkozy podría ser condenado a diez años de cárcel y a un millón de euros de multa por corrupción y tráfico de influencias, así como el resto de los juzgados, acusados por violación del secreto profesional, que también refutan cualquier infracción.
En este caso, Sarkozy es sospechoso de haber intentado corromper, junto con su abogado Herzog, a Gilbert Azibert, cuando era juez en el Tribunal Supremo.