Cinco jóvenes murieron un sábado por la noche al regresar de una discoteca. ¡Qué terrible noticia, sin embargo no es la única! Estaban felices de salir juntos y divertirse, sin saber que esa era su última noche…
Viaje de vacaciones: el avión se estrelló algunos minutos antes del aterrizaje.
Esas muertes trágicas nos interpelan más que la de un anciano o un enfermo. Esos turistas, o esos jóvenes, ¿estaban listos para morir? Si usted hubiera estado en su lugar, ¿estaría listo?
Estas malas noticias nos recuerdan lo frágil y breve que es la vida.
Sin embargo, Jesús vino a la tierra con buenas noticias: anunció la salvación y la felicidad. “Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Señor, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis… Me buscaréis y me hallaréis” (Jeremías 29:11-13). Nuestra esperanza descansa en Dios el Salvador, quien perdona a todo el que se arrepiente y cree en el Evangelio. Jesucristo llevó en nuestro lugar el peso de nuestra condena. Cada uno debe escuchar y puede apropiarse de lo que Jesús dijo estando en la cruz: “Estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). ¿Qué había hecho el malhechor para recibir esa buena noticia? Simplemente había reconocido que merecía la muerte y se había vuelto hacia el único que podía salvarlo: “Acuérdate de mí”.
Necesito saber en qué punto estoy respecto a Dios. ¡Es urgente ocuparme de ello ahora mismo!