El gas CFC-11 se utiliza en la fabricación de espumas aislantes de poliuretano para casas y es además un potente gas de invernadero. A pesar de que un tratado internacional prohibió su producción, un equipo internacional de investigadores confirmó que sigue siendo emitido en grandes cantidades en el este de China.
El gas, llamado CFC-11, era usado principalmente en la fabricación de espumas aislantes para casas, pero se acordó a nivel internacional que la producción cesaría gradualmente a partir del año 2010.
Sin embargo, los científicos detectaron un extraño fenómeno: el ritmo de reducción se ha vuelto más lento en los últimos seis años.
Un nuevo estudio publicado en la revista Nature asegura tener una explicación. Gran parte de las emisiones provienen de fábricas que siguen manufacturando material aislante con el gas dañino en provincias del este de China.
El CFC-11 es también llamado triclorofluorometano, y es un tipo de clorofluorocarbono o CFC, una serie de sustancias químicas desarrolladas inicialmente como refrigerantes en la década de 1930.
A los científicos les llevó décadas descubrir que cuando los CFCs se descomponen en la atmósfera, liberan átomos de cloro que rápidamente destruyen la capa de ozono que nos protege de la luz ultravioleta.
El gran agujero en la capa de ozono sobre la Antártica fue descubierto recién a mediados de la década de 1980.
La comunidad internacional acordó el llamado Protocolo de Montreal en 1987, que prohibió la emisión de los CFCs más perjudiciales.
Estudios recientes indican que si se respeta la prohibición, la brecha en la capa de ozono en el Hemisferio Norte podría desaparecer para 2030, y la de la Antártica para cerca de 2060.