Esto es lo que el Señor prometió darnos, si le pedimos en oración:
– La sabiduría: “Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5). Tal sabiduría viene “de lo alto”, y “es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna” (Santiago 3:17). “Más preciosa es que las piedras preciosas” (Proverbios 3:15). Esta sabiduría no se puede obtener en una escuela, es necesario pedirla a Dios mediante la oración.
– La misericordia y la gracia: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16). ¿Sentimos nuestras debilidades, nuestras miserias? Vayamos al Señor: él nos manifestará su compasión, su gracia enriquecedora y la ayuda que tanto necesitamos. Estos vínculos con él, mantenidos por medio de la oración, producirán:
– El gozo: “Pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” (Juan 16:24). La oración no es una carga: ella colma de gozo, y el gozo del Señor es nuestra fuerza (Nehemías 8:10).
– La paz: El mundo busca la paz, pero los problemas renacen sin cesar… Solo Dios nos da la paz, una paz que sobrepasa las circunstancias de la vida: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios… Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7).