Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia
Estas palabras del Señor Jesús describen una situación que el creyente no elige pero a la que puede verse enfrentado: la persecución. Los que siguen al Señor no tienen los mismos objetivos que quienes viven para sí mismos. Sus valores, sus actitudes, sus hechos los distinguen de la corriente mayoritaria del mundo. Obediencia a la Palabra de Dios, humildad, justicia, simpatía por los intereses del prójimo, a menudo suscitan desprecio y animosidad.
¡No es suficiente sentirse incomprendido para afirmar que uno es perseguido por la justicia! Ser perseguido “por causa de la justicia” es sufrir por seguir a Cristo, porque uno toma Su “yugo” sobre sí, porque intenta amar con justicia y verdad como él lo hizo. Al mismo tiempo, es dejar de lado los intereses personales, tomar “su cruz” (Mateo 16:24). Es dar prioridad a los intereses de Dios antes que a mi vida.
Seguir a Jesús implica aceptar esta persecución y saber perdonar, incluso a nuestros detractores, como el Señor lo hizo. El discípulo de Jesús es invitado a regocijarse en todas las circunstancias, a ser feliz siguiendo y sirviendo a su Salvador, sin dejar que el resentimiento lo invada.
En algunos países la persecución es abierta y violenta. En otros es más sutil: puede haber burlas, desprecio, o ser puesto de lado. Pero cada uno es llamado a testificar del amor y la justicia de Dios de una u otra manera.