Los versículos citados hoy forman parte de las instrucciones que Dios dio a Moisés para acompañar la Ley. Ellas contienen detalles que muestran la bondad de Dios hacia los débiles y pobres.
Un vestido tomado en prenda debía ser devuelto a su propietario antes de la puesta del sol, para que él no tuviese frío: “Solo eso es su cubierta, es su vestido para cubrir su cuerpo”. Dios se preocupaba por la comodidad del pobre… También quería que el buey o el asno pudiesen descansar, que los siervos tuviesen un día de descanso (Éxodo 23:12). No se debía segar los campos por completo para que los pobres pudiesen espigar los restos (Levítico 19:9, 10).
El Antiguo Testamento está lleno de instrucciones desbordantes de bondad con respecto al indigente, al extranjero, a la viuda o al huérfano. Dios no quería que los que estuvieran sin apoyo humano natural carecieran de lo necesario. Él dijo que era el “padre de huérfanos y defensor de viudas” (Salmo 68:5).
En el Nuevo Testamento Jesús nos revela a Dios por completo (lea Juan 1:18). Toda su conducta confirmaba la ternura divina hacia los pobres y su atención por las necesidades del cuerpo y del alma de todos. Satanás, desde el comienzo, trata de sembrar la duda y la desconfianza en el corazón del hombre con respecto a su creador. ¡Quiere convencernos de que es un Dios duro! ¿Pero quién podría pensar que Dios es indiferente a nuestros sufrimientos al leer el relato de la vida de Jesús?