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El Celta hace naufragar al Real Madrid y a Zidane (2-2)

El Real Madrid continúa su trayectoria hacia el suelo donde está a punto de estrellarse, si es que no lo ha hecho ya. Firmó un empate en Baláidos, tras una segunda parte ridícula en la que pudo perder porque Keylor Navas paró un penalti y porque quizá lo mereció. El Celta se sublevó contra el 1-2 con el que había encarado el segundo periodo, acorraló a su rival e hizo méritos para sumar tres puntos, aunque tuvo que conformarse con la igualada porque le faltó gol y porque no ha ganado dos partidos seguidos en este campeonato. El empate, tan duro como una derrota para el campeón, deja al Madrid en la miseria de tener que pelear por la clasificación para la Champions, que tampoco está clara ya.

El Celta y el Real Madrid se habían mirado en un espejo durante el primer tiempo. La imagen dejaba a dos equipos que sufrían en su campo y gozaban en territorio rival, con más problemas para defender que para atacar, apurados para contener, pero no para crear. Es una constante en el equipo de Unzué, que había apostado por sorpresa por Radoja, y también en el de Zidane, sin Ramos y Carvajal en la línea de atrás, con Achraf tierno y Varane en uno de esos días en los que tiene la consistencia del flan. El Madrid había recuperado su centro del campo fetiche con Isco más los tres intocables (Casemiro, Kroos y Modric), pero la presencia del malagueño, que acapara mucho balón, termina siempre por oscurecer a Modric y Kroos. Los problemas del campeón en Balaídos, asumida la inconsistencia defensiva, tenían que ver con la falta de precisión en los últimos metros. Llegaba, y llegaba muy rápido, con transiciones vertiginosas ahora que habían vuelto a coincidir Bale, que se mostraba muy activo, y Cristiano. Lo hacía también a través de la presión alta. Pero el último pase era defectuoso, convirtiéndose Marcelo en el amo de las imprecisiones.

El Celta se asoció mejor en los últimos 30 metros. A Maxi Gómez, con su cuerpo de boxeador, le dio por pelear con los centrales del Madrid; a Aspas por jugar al fútbol, que lo hace de maravilla. El delantero gallego se movió bien por todo el frente ofensivo y la mandó al palo en el minuto 12 después de un magnífico centro de Mallo. Un poco más tarde, Wass se equivocó al pegarla al borde del área, tras otra excelente combinación entre Sisto y Aspas. No transmitía seguridad la defensa del Madrid, algo descolocada e inconsistente. En la segunda intentona de Wass, el danés batió a Keylor con maestría, con una vaselina preciosa, tras otra jugada con el Madrid desestabilizado y desprotegido en la banda izquierda, sí la de Marcelo.

En una situación tan apurada, con la Liga tan cerca como la luna, a 17 puntos del liderato sin haber acabado la primera vuelta, emergió el Madrid. En dos minutos remontó. Dos pases para Bale y definición extraordinaria del internacional galés, maltratado por unos y otros desde que llegó. Que si el precio (cosas que ahora por arte de magia no se discuten), que si las lesiones, que si su posición en el campo, que si encaja o no en el Madrid, que si no es un futbolista… Un huracán en contra. El caso es que Bale en perfectas condiciones es un jugador superior. En el primer gol, tiró el desmarque, Kroos se la dio en profundidad y batió sin problemas a Rubén. Dos minutos después, convirtió un pase mágico de Isco en una acción de delantero puro. Ha jugado dos ratos (no era titular en LaLiga desde el 20 de septiembre) y lleva tantos como los máximos goleadores del Madrid (4).

El Madrid había recuperado la pegada y la iniciativa en el marcador, pero después del descanso decidió que ya tenía bastante. Le dio por pulsar el botón de off sin que Zidane en la banda considerara que aquel equipo fantasmagórico necesitaba algún retoque. Es conocida la inacción del francés al estilo de Rajoy, dejando que los problemas se resuelvan solos. El Celta se convirtió en un equipo dominador. Acaparó el balón porque al Madrid parecía quemarle y llegó unas cuantas veces al área de Keylor, pero sólo con claridad cuando Aspas entraba en contacto con la pelota. La sensación de naufragio era constante en el Madrid, pese a la ventaja en el marcador. Tantas veces lo intentó el Celta sin acierto que por fallar hasta dilapidó un penalti. Keylor, que se agranda cada vez que ve la sombra de un posible sustituto, se la adivinó a ese genio del despiste llamado Aspas. Nunca había fallado en LaLiga.

Tanto se había volcado el Celta que el Madrid volvía a tener sus opciones, al contragolpe, como un equipo pequeño que sale a correr después de estar mucho tiempo encerrado, como un líquido que se desparrama después de estar embotellado. Aún estaba Marcelo por ahí. En uno de esos momentos de descontrol absoluto, intentó una ruleta en medio campo, se la robó Pablo Hernández que abrió a Wass. El brasileño venía trotando cuando Maxi Gómez remató a placer tras el centro del danés. A veces el fútbol es justo. Zidane había considerado que había que retirar a Isco y Modric que era la mejor manera de terminar de estropearlo. Lo que siguió fue un ida y vuelta en la que pudo ganar cualquiera (Lucas falló una ocasión clarísima) para desembocar en un empate que certifica el fracaso del Madrid en esta Liga. CON INFORMACIÓN DE : @marca



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M. Torres
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